Odio cuando sus ojos verdes penetran en los míos, odio cuando me mira porque me pongo nerviosa, odio cuando me sonríe ya que sus labios me dan sed, odio cuando respira porque me gusta ese ruido (El de su respiración, porque así sé que sigue vivo)...
Es un egoísta, un egoísta de los grandes, no le bastaba con su corazón; ahora también tiene el mío, me lo robó con una mirada, con una palabra y con solo una risa.
Siempre tiene la última frase, siempre tiene que ser el centro de mi atención.
¿Por qué hasta las palabras más tontas me gustan solo con que salgan de su boca?
Me agrada que sea simplemente él.
Me encanta que me mire, me he acostumbrado a estar nerviosa, a llegar cada día pronto para verlo caminar por el patio, a seguirle la risita cuando hace una broma, a dejarme un examen solo para mirar como piensa...
Me acostumbré a respirar de su aire
Le odio simplemente por el echo de existir y porque...
ese odio se fue convirtiendo en lo contrario.